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También nos tranquiliza, la Regidora, asegurando que dadas las circunstancias, no existe la menor alarma social por los hechos. Tercera consideración: se deduce pues, que no representan un peligro.
Esa es mi opinión, no sé si coincidente con la suya, pero ahora les traslado la que se ha tomado desde la Junta de Castilla y León: matarlos a todos. Sí, como lo leen, "muerto el perro se acabó la preocupación".
Para la labor de verdugos, en aras, dicen ellos, del "interés público", y con "el mayor dolor de su corazón", apostillarán - pues no en vano afirman que los perros son sus fieles compañeros y amigos insustituibles - se han ofrecido varios cazadores. Tres han sido designados para ejecutar la matanza y, asómbrense, serán escoltados por la policía local para garantizar la seguridad. La de los canes no, está claro. Toda un alivio saber que la guardia municipal custodiará a estos escuadrones de la muerte castellano-leoneses.
Disponemos de armas con dardos anestésicos, de tiradores excepcionales en las Fuerzas armadas y de centros de recogida de animales abandonados. Somos un País europeo, sin nada que envidiar, según nos venden, a otros donde la muerte gratuita de un animal es rechazada y evitada a toda costa.
Pero no, aquí no. En la Nación donde los toreros reciben medallas y subvenciones, nos ponemos las gónadas por montera y nos introducimos la ética en la bragueta. Despreciando cualquier protocolo con atisbos de modernidad, de sensibilidad o justicia, nosotros tiramos de gatillo y asunto arreglado. ¿No seremos, visto lo visto, más bien la España machadiana que ha de helarte el corazón?
Me pregunto si estos intrépidos cazadores de perros querrán, finalizada su batida, poner las cabezas de esos canes en la pared de su salón a modo de trofeo. No lo sé, pero les aseguro que yo colgaría las fotografías de los escopeteros, la de la Concejala y la de todos los responsables de esta decisión, en la galería de imágenes de la España más brutal, negra y nauseabunda. Y de paso las nuestras también, por consentir y callar una vez más. Once perros están siendo asesinados y no pasa nada. Tremendo.
Por cierto, por si resulta de interés: el artículo 17 del Capítulo IV de la Ley de Protección de Animales de Castilla y León, dice que "de los animales abandonados se harán cargo los órganos administrativos competentes hasta que sean recuperados o cedidos y sólo en último término sacrificados". Añade que "deberán de ser retenidos al menos veinte días para tratar de localizar a su dueño". En el 18 indica que "para la recogida de animales abandonados se dispondrá de personal adiestrado y de instalaciones adecuadas". Finalmente, en el 21, explica que "sólo se podrá sacrificar a los animales en poder de las administraciones públicas, cuando se hubiera realizado sin éxito todo lo razonablamente exigible para buscar un poseedor y resultara imposible atenderlos por más tiempo en las instalaciones existentes". ¿Alguien puede quitarme la idea de que esta matanza de perros esté, tal vez, rozando la ilegalidad?
Cazando perros en España
Les describo una situación y Ustedes imaginan cuál sería la solución que propondrían para la misma. La Concejala de Régimen Interior del Ayuntamiento de Bembibre (León), nos explica que once perros, varios de ellos presumiblemente abandonados, deambulan libres por una zona industrial. Primera consideración: no se pueden calificar indiscriminadamente, en razón a su probable origen, de salvajes. Segunda: su estado actual es consecuencia de una acción humana ilícita, convirtiéndoles, en todo caso, en víctimas.
También nos tranquiliza, la Regidora, asegurando que dadas las circunstancias, no existe la menor alarma social por los hechos. Tercera consideración: se deduce pues, que no representan un peligro.
¿Cómo arreglarían esto?. Yo también le he dado vueltas al asunto y en mi caso, la actuación pasaría por dormirlos con proyectiles destinados a tal fin, llevarlos a un albergue, asegurarme de su buen estado físico, comprobar si tienen microchip para depurar posibles responsabilidades, y si se reúnen los requisitos ofrecerlos en adopción. En caso contrario, mantenerlos en la protectora en las mejores condiciones. Vivimos en una Sociedad que alimenta muchos parásitos racionales y éstos no lo son.
Esa es mi opinión, no sé si coincidente con la suya, pero ahora les traslado la que se ha tomado desde la Junta de Castilla y León: matarlos a todos. Sí, como lo leen, "muerto el perro se acabó la preocupación".
Para la labor de verdugos, en aras, dicen ellos, del "interés público", y con "el mayor dolor de su corazón", apostillarán - pues no en vano afirman que los perros son sus fieles compañeros y amigos insustituibles - se han ofrecido varios cazadores. Tres han sido designados para ejecutar la matanza y, asómbrense, serán escoltados por la policía local para garantizar la seguridad. La de los canes no, está claro. Toda un alivio saber que la guardia municipal custodiará a estos escuadrones de la muerte castellano-leoneses.
Disponemos de armas con dardos anestésicos, de tiradores excepcionales en las Fuerzas armadas y de centros de recogida de animales abandonados. Somos un País europeo, sin nada que envidiar, según nos venden, a otros donde la muerte gratuita de un animal es rechazada y evitada a toda costa.
Pero no, aquí no. En la Nación donde los toreros reciben medallas y subvenciones, nos ponemos las gónadas por montera y nos introducimos la ética en la bragueta. Despreciando cualquier protocolo con atisbos de modernidad, de sensibilidad o justicia, nosotros tiramos de gatillo y asunto arreglado. ¿No seremos, visto lo visto, más bien la España machadiana que ha de helarte el corazón?
Me pregunto si estos intrépidos cazadores de perros querrán, finalizada su batida, poner las cabezas de esos canes en la pared de su salón a modo de trofeo. No lo sé, pero les aseguro que yo colgaría las fotografías de los escopeteros, la de la Concejala y la de todos los responsables de esta decisión, en la galería de imágenes de la España más brutal, negra y nauseabunda. Y de paso las nuestras también, por consentir y callar una vez más. Once perros están siendo asesinados y no pasa nada. Tremendo.
Por cierto, por si resulta de interés: el artículo 17 del Capítulo IV de la Ley de Protección de Animales de Castilla y León, dice que "de los animales abandonados se harán cargo los órganos administrativos competentes hasta que sean recuperados o cedidos y sólo en último término sacrificados". Añade que "deberán de ser retenidos al menos veinte días para tratar de localizar a su dueño". En el 18 indica que "para la recogida de animales abandonados se dispondrá de personal adiestrado y de instalaciones adecuadas". Finalmente, en el 21, explica que "sólo se podrá sacrificar a los animales en poder de las administraciones públicas, cuando se hubiera realizado sin éxito todo lo razonablamente exigible para buscar un poseedor y resultara imposible atenderlos por más tiempo en las instalaciones existentes". ¿Alguien puede quitarme la idea de que esta matanza de perros esté, tal vez, rozando la ilegalidad?